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Mostrando entradas de 2013

Me preguntas si te quiero

De vez en vez me preguntas si te quiero, entonces el aire alrededor mío hace una pausa, se hace el silencio y miro tus ojos, los mismos ojos que me recuerdan las noches estrelladas. No cabe más ruido, más murmullo ni más silencio que el mío; porque pienso en ese instante cuánto te quiero. Algunas veces me das la mano tiernamente y me preguntas cuánto te quiero. Justo en ese instante un rayo de luz sale de mí y se proyecta al infinito en busca de un dato, de una cifra, de una medida. Mientras tanto mi mano se aferra a la tuya como ancla ¿lo has notado? Es para no salir flotando, para no perderme en el espacio mientras busco el dato exacto para decirte cuántos mundos, cuántas estrellas, cuántas galaxias representan cuánto te quiero. Algunas veces me quedo solo, en silencio, en las noches o a media tarde y pienso, con la vista perdida, por qué te quiero. Y la respuesta viene a mí, sencilla y completa, grande y elocuente. Simple y llana. Te amo porque m

Acerca de los ángeles

Mucha gente se pregunta acerca de los ángeles; que si existen, que si son alados, que si son etéreos… Personalmente creo que si alguien desea saber más sobre ángeles debería preguntarle a Josué Canales. Él los ha visto. Él los conoce. Él se vio solo y triste, perdido, perdidamente solo, solitariamente triste, y entonces los vio, primero a uno. Se le acercó y el ángel lo confortó. Le dijo “no estés solo, ven conmigo” y le dio de comer y de beber, lo cobijó en sus brazos, le dio vino y agua, le hizo el amor. Lo amó. Después apareció otro ángel y le dijo “ven conmigo” y le dio comida, le dio un techo, lo vistió, e hizo de su casa un hogar. Lo amó y le hizo el amor. Desde entonces ambos ángeles le dan calor y sustento, le dan cobijo en las tormentas, danzan a su alrededor y cantan. Lo han llevado a conocer sus angelicales cenáculos y en las noches de silencio convierten el agua en vino. Por eso estoy convencido que si alguien desea, necesita saber acerca d

Una mujer

Hoy me pidieron que escribiera lo que pienso de una mujer que conozco, una que admiro y respeto, una que adoro, una que amo, una que es flor y árbol al mismo tiempo que es río y lago, que es mar y playa. ¿Qué decir? Diré, por ejemplo, que la encontré como se encuentra una piedra preciosa en medio del bosque. La vi brillar, me acerqué, la observé, me deslumbró y me quedé absorto. Podría decir también que al paso de los días, las semanas y los meses la fui conociendo y adentrándome cada día un poco más en su persona, en sus pensamientos, en sus palabras y ella se fue acomodando en los míos. Sus labios, sus manos, su piel he ido conociendo mientras su voz, su ternura y su cariño me han cubierto cuando la duda o el temor me han acechado. Puedo agregar que esa mujer, dura y noble como la madera, suave como brisa, fuerte como ráfaga; me ha cobijado, me ha consolado, me ha enseñado y me ha escuchado. Se ha convertido en ángel guardián en mis momentos de más miedo, ha estado ahí para a