De estrellas y ocasos
Sobre un muro de recuerdos te vi, tranquila, dormida apenas buscando estrellas, apenas recordando olvidos. No estaba buscando un atardecer ni un recuerdo, ni el sol, ni un murmullo de sonidos suaves ni un aroma tenue como el tuyo y a pesar de todo, te encontré. Noche, día, estrella. Mujer enorme, mujer grande. Tantas noches te vi, tantas. Tantas tardes pensé en ti, tantas. En tantas estrellas te vi por tantas noches, que terminé por soñarte. Quién diría que una tarde por la noche de algún día me soñaría contigo. Una mañana de un ocaso quise tomar tu mano, sentirte cerca inundando mis recuerdos con tu nombre estremeciendo cada estrella de mis sueños. Y te vi. Por fin como soy. Rompí mi promesa de no atrapar estrellas, de no robar ocasos otra vez. Otra vez te vi y esta vez te ame, te quise, te extrañe, te extrañe tanto. Nombres después, letras adelante, me di cuenta. Otra vez traté de robar estrellas de atrapar ocasos. Traté de aprisionar la flor más bella, la más libre. Entré al lugar