Una mujer
Hoy me pidieron que escribiera lo que pienso de una mujer
que conozco, una que admiro y respeto, una que adoro, una que amo, una que es
flor y árbol al mismo tiempo que es río y lago, que es mar y playa.
¿Qué decir? Diré, por ejemplo, que la encontré como se
encuentra una piedra preciosa en medio del bosque. La vi brillar, me acerqué,
la observé, me deslumbró y me quedé absorto.
Podría decir también que al paso de los días, las semanas y
los meses la fui conociendo y adentrándome cada día un poco más en su persona,
en sus pensamientos, en sus palabras y ella se fue acomodando en los míos. Sus
labios, sus manos, su piel he ido conociendo mientras su voz, su ternura y su
cariño me han cubierto cuando la duda o el temor me han acechado.
Puedo agregar que esa mujer, dura y noble como la madera,
suave como brisa, fuerte como ráfaga; me ha cobijado, me ha consolado, me ha
enseñado y me ha escuchado. Se ha convertido en ángel guardián en mis momentos
de más miedo, ha estado ahí para ahuyentar los soplos fríos y las dudas negras.
La he visto junto a mí al despertar de un sueño incierto lleno de dolor y me
apoyé en ella. Me sostuvo, me curó, me
cuidó y me cobijo desde entonces.
Pero esa mujer no es etérea como un ángel, no es inerte como
una gema ni es inmóvil como un bosque. Es como un ave… un ave hermosa, que
impone a la vista pero tan liviana como para sostenerse sobre el viento,
majestuosa.
Es una mujer de carne
y hueso. Que puede ser avasalladora e impulsiva pero tierna y cariñosa, frágil
y llena de ternura. Qué da todo por los que ama, se entrega sin reserva y
siempre tiene una mano extendida para ayudar a los suyos. Es una mujer viva,
grande, vasta, suave y protectora. Es como el té caliente en las noches más
frías y como el aire fresco en los días más sofocantes.
La he visto reír, llorar y bailar. La he escuchado cantar,
gritar y maldecir. La he tenido cerca muy cerca, he escuchado su corazón y ella
el mío en noches calladas. He conocido su espacio y ella ha estado en el mío,
he sentido su cuerpo desnudo y ella ha hecho lecho del mío.
Como pueden ver es muy difícil decir lo que pienso de esa
mujer. Porque al tratar de hacerlo vienen imágenes, sonidos, olores, texturas
que me invaden y desorientan. Porque en cada letra se me cruza un recuerdo, una
palabra, una noche, un día, una caricia, un grito o una mordida. Porque en cada
línea van días, horas, semanas, meses y años de sentirla, de saberla.
Por eso es tan difícil decirlo aquí sólo con palabras, sólo
por eso.
Si te ama y la amas, no la dejes ir
ResponderEliminar