Viniste

Hoy te vi, no era temprano ni tarde, era el, momento exacto.
Apareciste a un lado de mi enojo, detrás de mi último sueño.
Estabas ahí, entre acantilados de piedra volcánica
y sábanas de seda. Eras tú, indivisible, absoluta.
Desafiante apareciste, hiciste surgir relámpagos debajo de mi cama
y así, tan diáfana y deslumbrante te esfumaste dejando
un halo imperceptible con olor a golondrina.
En un momento le devolviste el sabor al vino,
el tacto al mundo, el aroma a los recuerdos.
Hiciste aparecer la lágrima escondida
que guardaba en la chistera del recuerdo,
apagaste el incendio que avanzaba implacable en mi osadía
e hiciste nacer la flor del tronco muerto.
Sueño diario, recuerdo eterno.



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