Un día cualquiera
Un día de esos días, como cualquiera, en que mis pasos tomaban rumbo hacia algún lado, me topé con la noticia que había estado esperando durante tanto tiempo, tanto, que dejé de esperarla sin darme cuenta. Me encontré cerca del aroma de una mujer de cabellos dorados, con sonrisa de aurora, ojos profundos, labios de abismo, senos de tormenta, talle de cascada, piernas de vereda, con la vida en la boca y la muerte en los besos. En tanto, reuní de nuevo mis sentidos y me halle absotro recorriendo esa piel como la espuma, de un aroma suave y esconido, como el que se percibe del incienso en los templos místicos de no sé dónde. Me encontré siguiendo una vereda a ciegas, deslumbrado por la risa contagiosa de la mujer de cabellos de oro esperando hallar refugio en la penumbra, hundido en el abismo de sus boca y ahogándome en las aguas de su cuerpo. Un día de esos como tantos otros días me di cuenta que una mujer de cabellos dorados, escencia de bosque y piel de espuma,