Amanecer

Como una paloma en la arena, mi mano recorrió tu espalda.
Entre las sábanas adivinaba tu cuerpo, suave, tenue.
Sentí tu pelo, miré tu cara, besé tu mejilla y
cuando quise verte ya no estabas.
No eras tú. No era yo.
Eran ahí dos desconocidos, dos cuerpos perdidos,
restos de naufragio, canciones olvidadas.
Y entonces la sed, la resaca, la tierra bajo mis pies,
mis palabras, tus palabras.
Pero aún así besé tu pelo y acaricié tu espalda.
Te dejé dormir, y al salir,
me fui de ahí, de donde nunca estuve,
de donde ya no estabas.

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